PRESENTACIÓN

¡Hola a todos!

Voy a empezar presentándome y explicando brevemente las motivaciones y objetivos de este blog.

En primer lugar, me llamo Celia y este espacio nace como una actividad voluntaria dentro de la asignatura "Sociedad del conocimiento, Tecnología y educación", del grado en Educación Social. Para aquellos ajenos a este proyecto, la asignatura comienza abordando temas como la alfabetización a través del tiempo y sus nuevas implicaciones, entre ellas, la necesidad de conocimiento de las nuevas tecnologías como soporte clave de comunicación hoy día. Por ello, a los futuros educadores, se nos exige desarrollar habilidades en estos campos. Esta es la primera motivación de este blog.

Para abordar la segunda, es decir, la dedicación de este espacio a la “memoria” he de implicar mis vivencias y experiencias en este tema. Todo empezó cuando mi abuelo empezó a perder las llaves, las gafas y a olvidarse de que tenía que ir a algún lado. Esto me empezó a preocupar y decidí buscar la manera de ayudarlo. Empecé a buscar información por todos los sitios sobre programas de entrenamiento cognitivo, sobre juegos, lecturas y pruebas de ingenio que le dieron excelentes resultados. Ya no pierde las cosas y se organiza mejor. Por lo que he pensado en crear este Taller de Memoria, que creo que podría incluirse dentro del ramo de la Educación no formal.

Considero que con vuestras aportaciones y participación este blog podría ayudar a otras personas con el mismo problema "LA MEMORIA". Gracias a todos anticipadas por vuestra ayuda.

jueves, 10 de noviembre de 2011

MISTERIOS DE LA MEMORIA

She & Him - The Christmas Waltz by MergeRecords

  1. ¿Por qué recordamos unas cosas y otras no? ¿Podemos manipular la memoria a discreción? ¿Y entrenarla? ¿Se ha avanzado algo en la lucha contra el alzheimer? 
    Nuestra conexión con el pasado sigue mostrándose oscura, pero los científicos comienzan a desentrañar el laberinto. (Mónica Salomone. El País Semanal. 3-10-2000)

    Se graba mejor lo interesante, nuevo y emotivo. Y para recordar viene bien cierto estrés. Hay una memoria implícita y automática, otra a corto plazo o de trabajo y otra que es social. El ejercicio mental ayuda a prevenir. enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer.

    Hace tiempo presté el libro X a uno de vosotros. Lo peor no es que esa persona no lo devolviera, sino que no recuerdo quién es. ¡Admito entregas anónimas! No recordaré al "culpable". He aquí un fallo de memoria confesado públicamente por correo electrónico. Sin pudor. Y ello pese a que este olvidadizo cuenta con el sistema pensante más complejo que han logrado producir 3.800 millones de años de vida en la Tierra: un cerebro con 100.000 millones de neuronas interconectadas, formando un densísimo entramado de cables orgánicos. Es más, el olvidadizo lleva más de tres décadas almacenando información en tan complejo archivador. Pero aún no sabe cómo funciona.

    Se le puede disculpar. Nadie le ha dado un manual de instrucciones, algo que enseñe a archivar lo importante, descartar lo superfluo, recuperar los datos justos en el momento justo.... a bucear en la Internet interior. Con un manual así no existiría 1 pregunta: ¿dónde puse las llaves?; ni se gastaría memoria en detalles absurdos -el teléfono del piso de estudiante-; ni se recordarían, tres horas después del examen las respuestas que el cerebro tacaño se negó a escupir cuando debía. Semejante libro de instrucciones está por escribir.

    ¿Existirá algún día? Lo que sí hay ya es gente empeñada en producirlo, y que ha hecho algunos progresos. Por ejemplo, dos de las preguntas más habituales sobre la memoria ya tienen respuesta: sí, hay algunas técnicas para recordar mejor, y no, la mayoría de los despistes cotidianos no son síntomas de un alzheimer incipiente. También se sabe que la memoria gasta bromas; que graba mejor lo interesante, lo nuevo y lo emotivo, y que le vienen bien pequeñas dosis de estrés. Además, le gusta enganchar los recuerdos. Por eso hay olores o sabores que tiran de ovillos de tiempo y convierten los recuerdos en hiperlinks en el archivo de la propia vida -véanse las magdalenas de Marcel Proust, de las que parten los siete tomos de En busca del tiempo perdido- Lo dice el neurocientífico Juan Carlos López, autor del libro El telar de la memoria: "Hay estímulos que encajan con los recuerdos como llave y cerradura". ¿Y si se descubre la llave para cada recuerdo? "Eso es como encontrar una aguja en un pajar".

    Es decir, que no hay todavía fórmula, secretas para recordar y olvidar, pero algo se sabe. Y hay sobre todo un avance en lo conceptual: los científicos ya no consideran la memoria tan escurridiza como el alma. "La memoria, como otras funciones cognitivas, estaba envuelta en una aureola de magia.... fuera del alcance de la ciencia. Pero se está viendo que se basa en procesos abordables, Y mucho más sencillos y comunes de lo que se pensaba", dice Alberto Ferrús, del Instituto Cajal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).



    No se pensaba, entre otras cosas, que hombres, ratones y moluscos (y moscas, y gusanos, etcétera) tuvieran en común tanto como tienen. Casi seguro que la misma mañana que el olvidadizo del principio lanzó al ciberespacio su mensaje de socorro, en algún laboratorio del mundo un ratón trataba de salir de su laberinto habitual. Es más, en algún otro laboratorio habría, en un platillo, una neurona viva transmitiendo a otra leves descargas eléctricas. Hoy se sabe que hombre, roedor y neuronas hacían esa mañana cosas parecidas, y que para ello usaban muchas sustancias químicas que en parte ya han sido identificadas. Los científicos han construido ya animales modificados genéticamente en los que estas sustancias faltan o sobran, y que como resultado tienen una memoria anómala: ratones memoriones u olvidadizos sólo por una mutación genética. (Rienda suelta a la imaginación: ¿qué tal una viagra de la memoria sin efectos secundarios? La respuesta, más adelante).

    Todo lo resumido hasta aquí es producto de atacar el problema desde muchos frentes -el psicológico, el neurológico, el de la biología molecular, todos combinados-, y con métodos resumibles en tres. Uno: estudiar el sistema completo -el organismo vivo- sin tocarlo; es decir, se le da información, se espera a que la procese y se observa el resultado. Dos: lo mismo, pero tocándolo; por ejemplo, se extirpa una parte del cerebro y se pasa a 1. Y tres: se aislan partes del sistema -células, moléculas, genes- para estudiarlas por separado (luego se combinarán los resultados con l). A partir del 2, como es lógico, ya no se puede usar personas. ¿0 sí?

    Imagen de la escisión realizada al paciente H.M.
    (tomado de Scoville y Milner, 1957)
    A veces sí. Hace más de cuatro décadas, la neuróloga estadounidense Brenda Milner tropezó con un paciente de 27 años llamado H. M. Se le había extirpado una región del cerebro, el lóbulo temporal, para curarle las intensas convulsiones epilépticas que sufría. Pero la operación tuvo un efecto inesperado, que sirvió para confirmar que hay una memoria a corto plazo que trabaja separada de otros tipos de memoria. Una especie de frontera entre el presente y el pasado. "Tras la cirugía se vio enseguida que la operación había dañado muy profundamente la memoria reciente de H. M., sin que hubiera ninguna otra pérdida aparente de funciones intelectuales. No podía recordar lo que había desayunado ni orientarse en el hospitaL Parecía como si su vida, desde la cirugía, no aportara nada a su almacén de conocimiento", explica la propia Mi1ner en un artículo en la revista científica Neuron.

    La memoria a corto plazo, según se vio con H. M., dura apenas un minuto. Pasado ese tiempo, la información que baraja el cerebro pasa a otro departamento y deja hueco para nuevos estímulos entrantes. En personas sanas, ese cambio de cajón no implica necesariamente olvido, así que no es fácil distinguir el salto. Pero en H. M., lo que sale del compartimento del presente no es recuperable. H. M. no maneja información recibida hace minuto y medio, o incluso menos tiempo si se distrae. Para su cerebro, el presente dura un minuto.

    (Un inciso. ¿Cuánto cabe en la memoria a corto plazo? Pues exactamente entre seis y ocho híts de información. En cambio, de la memoria a largo plazo se desconoce si es un saco con fondo, y también el experimento adecuado para medirlo).

    H. M. guardaba más sorpresas. Una es que la memoria de su vida muy anterior a la operación estaba intacta; su propia imagen avejentada es para él un descubrimiento cada vez que se mira en el espejo. La otra sorpresa para Mi1ner fue que H. M. sí aprendía ciertas tareas, pero sin darse cuenta. Un ejercicio clásico es el de recorrer con un bolígrafo la silueta de una estrella, pero viendo esa estrella reflejada en el espejo. Como lo que se ve es la imagen reflejada, hacer bien el dibujo exige entrenamiento -y memoria para recordar lo aprendido- H. M. pasaba el test cada vez mejor, pero él creía hacerlo siempre por primera vez. Su cerebro recordaba sin darse cuenta.

    Así se vio que hay una memoria implícita que funciona automáticamente: "No se usa de modo consciente, pero se traduce en que la tarea que se esté realizando se hace cada vez mejor", explica Juan Carlos López. Esta memoria es la culpable de que los no amantes del deporte se contaminen, y sólo por exponerse a los informativos audiovisuales acaben aprendiendo sin querer los apellidos de ciclistas como Lance .. . o Marco ... (Si ha rellenado los puntos suspensivos es por este fenómeno, llamado priming).

    Hoy se sabe que hay muchos más tipos de memoria -cuya clasificación detallada aún se discute-, y además que el cerebro está de acuerdo con la vieja norma doméstica de cada cosa en su sitio: cada memoria tiene su propio circuito anatómico. Por eso, lesiones cerebrales diferentes borran recuerdos distintos. Por ejemplo, el lóbulo temporal -el área que le falta a H. M.- está implicado en la conversión de memoria de corto a largo plazo. No obstante, el mapa de la memoria no está todavía completo. Los expertos quieren mejorarlo con las técnicas que permiten visualizar el cerebro de personas vivas mientras piensan, desarrolladas en la última década. "Pronto conoceremos mucho mejor los sistemas anatómicos responsables de cada tipo de memoria, y cómo interaccionan", aventura López.

    Pero ¿qué es exactamente un recuerdo, a corto o largo plazo, consciente o sin querer? Para descubrirlo ha habido que destripar la computadora y ver qué pasa dentro. Claro que, como no se puede desarmar un cerebro humano vivo, y además sirve de poco porque es demasiado enrevesado, se recurre al de organismos más simples en lo biológico y en lo ético.

    Aristóteles creía que los recuerdos son espíritus que viajan por la sangre hacia el corazón impulsados por estímulos externos, y que siguen en movimiento después de que ese estímulo desaparezca. Estaba equivocado. Un recuerdo se forma a partir de la interconexión de las neuronas.

    Las neuronas tienen dos tipos de prolongaciones: las dendritas y el axón. El axón es la vía de salida: cada vez que un impulso eléctrico llega a la neurona, su axón lo transmite a otra neurona, que lo recibirá por una de sus vías de entrada, una dendrita. La conexión entre axón y dendrita se llama sinapsis, pero en realidad no hay contacto físico, sino un espacio de unas milésimas de milímetro, un canal que se llena con las sustancias químicas que emite el axón cuando dispara y que la dendrita recibe. Son esas sustancias químicas que se pasan una neuronas a otras, los neurotransmisores, las que permiten la conexión. Y ese mecanismo es así en todo cerebro viviente. Los 100.000 millones de neuronas humanas, las 300.000 de la mosca Drosophila, las 20.000 del molusco Aplysia californica (la liebre de mar) y las exactamente 302 del gusano Caenorhabditis elegans hacen lo mismo.

    Además, hay múltiples factores que intervienen en la formación, mantenimiento y reforzamiento de la conexión entre las neuronas. Por ejemplo, según se liberen más o menos neurotransmisores, o según el disparo eléctrico del axón dure más o menos -la media está en uno o dos milisegundos-, las neuronas contactan con mayor o menor intensidad. Un recuerdo supone una larga cadena de eslabones químicos, en la que cada eslabón afecta al siguiente. Así que la conclusión es directa: ¿qué hay que hacer para manejar a voluntad la memoria? Aparentemente, desentrañar esos pasos químicos y aprender a regularlos. Los científicos han vuelto la mirada a los primeros eslabones de la cadena, los que ordenan la producción de cada una de las sustancias que intervienen en la memoria: los genes.

    En esto, los colegios de moscas nos sirven de gran ayuda. Un colegio de moscas es un aparato transparente formado por varios tubos interconectados, de unos 20 centímetros de alto y el diámetro de una moneda de 1 €. Ferrús tiene uno en su laboratorio, uno parecido al que sirvió para buscar los primeros genes de la memoria. "Las moscas aprenden, por ejemplo, así: se las suelta dentro del aparato, en cuyos tubos hay gases con olores distintos; cuando ellas entran en uno determinado, se les aplica una desagradable corriente eléctrica; cuando entran en otro, no. Al repetir el ejercicio, las moscas que han aprendido escogerán no ir al tubo con el olor donde antes recibieron la descarga".

    El estadounidense Seymur Benzer se fijó a finales de los setenta en aquellas moscas que recibían ración doble de descarga eléctrica; es decir, las que no aprendían. Encontró en ellas un defecto genético, una mutación, y las llamó Dunce. Muchos pensaron que en Dunce, o más bien en la sustancia que le faltaba, estaba el elixir del aprendizaje.

    Pero no. Era una enzima que interviene en multitud de procesos en el organismo no relacionados con la memoria. "Fue una sorpresa. Lo único específico era la regulación, por parte de esa enzima, de la cantidad de un producto muy común, el AMP cíclico", explica Ferrús.

    Desde entonces se han encontrado decenas de genes implicados en memoria y aprendizaje, pero ninguno específico. "Hoy está claro que no hay genes o moléculas relacionados exclusivamente con la memoria. Hay genes que hacen que las neuronas disparen más, durante más tiempo o incluso que crean sinapsis nuevas, pero no hay moléculas de la  memoria propiamente dichas", indica López.

    La hormona oxitocina es un ejemplo. Un experimento reciente -que la revista Nature Genetics comentó bajo un título traducible como '¿María qué'- prueba que es clave para la llamada memoria social, pero se sabe hace tiempo que también interviene en la lactancia materna y el parto, entre otras cosas. El hallazgo va así: el investigador Jim Winslow, de la Universidad de Emory (Estados Unidos), inactivó en unos ratones el gen de la oxitocina, y el resultado fue que estos mutantes no eran capaces de reconocer a los ratones con que acababan de mantener relaciones íntimas. "Los demás aspectos de su comportamiento eran normales. Es más, en cuanto se les inyectó oxitocina, los ratones mutantes adquirieron memoria social". "El amor, lo mismo que su recuerdo, es pura química", señala la revista.

    Surge una pregunta: cuando se identifiquen todas las moléculas implicadas en la memoria, ¿se podrán modular al gusto; por ejemplo, con una viagra de la memoria? López cree que no falta mucho para que algo así se compre en el supermercado. Pero añade: "La falta de especificidad dificulta las cosas. Habrá que aprender a modular esas sustancias. Y no será un hallazgo libre de dilemas éticos: una empresa podría obligar a los empleados a tomarla... Es algo que hay que plantearse". Se cuenta que una vez alguien preguntó a Eric Kandel, neurocientífico experto en memoria, cómo serían tales píldoras: "Probablemente, rojas", dijo el sabio.

    Mientras no se confirme esa predicción, quienes deseen influir en la química de sus neuronas sólo podrán hacerlo desde fuera. 0 sea, usándose a sí mismos, a su propia conducta, como herramienta manipuladora. De momento, por tanto, la parte más práctica del hipotético manual de instrucciones de la memoria la escriben quienes estudian el organismo completo.

    Interés, emoción, estrés.... las instrucciones. El neurólogo Justo García de Yébenes suele pararse en un semáforo para peatones a la salida de su hospital, la Fundación Jiménez Díaz, en Madrid. Y suele esforzarse por recordar las matrículas de los coches que pasan. Lo consigue con seis o siete de ellas, unos minutos. "Luego se me olvidan. Pero un día, hace unos años, un coche estuvo a punto de atropellarme y no he olvidado su matrícula". Moraleja: "Nuestra memoria depende del interés", dice el neurólogo citando a Goethe. Más: "Aprendemos por asociación. Si un estímulo entra por tres vías se recordará mejor que si lo hace por una sola. Es más fácil enamorarse de alguien si le ves, oyes y hueles que si sólo le ves".

    En realidad, hace más de 25 siglos que se asocia voluntariamente para recordar. El poeta griego Simónides desarrolló el método de la posición para recordar todos los asistentes a una cena: evocaba su imagen y la asociaba mentalmente con lugares familiares. También eran las asociaciones, esta vez involuntarias, las que permitían a un ruso llamado Shereshevskii no olvidar jamás. El neuropsicólogo Aleksandr Luria, que estudió hace tres décadas su caso, explicó que Shereshevskii convertía los estímulos sensoriales -palabras, símbolos...- en imágenes que luego evocaba; pero había un efecto secundario: no podía barajar ideas abstractas porque también se evaporaban en imágenes. No podía leer una novela.

    "Es raro que no se analizara su cerebro tras su muerte", dice Carmen Sandi, neuropsicóloga de la Universidad de Educación a Distancia. Ella trabaja en otros dos campos que dan pistas sobre cómo se recuerda: el estrés y las emociones. "Vernos que un cierto estrés ligado al aprendizaje facilita que lo que se está aprendiendo se consolide a largo plazo. Esto tiene sentido desde el punto de vista evolutivo, porque implica que algo que induce estrés es relevante, y hay que aprenderlo", señala. Cabe una distinción similar a la del colesterol: estrés bueno y estrés malo. El primero es el de antes del examen, y, según Sandi, viene bien. El segundo es un ritmo cotidiano angustioso, que podría ser causa incluso de un deterioro cognitivo.

    El papel de las emociones lo ilustran las llamadas memorias bombilla, las que se iluminan por un acontecimiento emocional. Quienes vivieron la muerte de Franco suelen recordar muy bien qué estaban haciendo cuando supieron la noticia. Sin embargo, los expertos se han dado cuenta también de que la memoria no es una cámara de fotos, aunque su dueño así lo crea. "A menudo se evocan con exactitud detalles falsos. Es que el cerebro guarda sólo parte de la información, y luego, al evocarla, como necesita coherencia, rellena los huecos como puede", explica Sandi.



    Alguien ha comparado la memoria con un paleontólogo: de un huesecíllo construye un dinosaurio. Y esa labor puede producir testigos que describen detalles falsos del crimen o víctimas de abusos sexuales que no ocurrieron. Juan Carlos López pone un ejemplo: "Unos estudiantes ven la grabación de un coche a 20 kilómetros por hora que choca contra un árbol. A la mitad les preguntas: ¿a qué velocidad iba el coche cuando chocó contra el árbol?, y al resto lo mismo, pero usando el término estrellarse. Los segundos darán una cifra mayor, y semanas más tarde recordarán vidrios rotos aunque no sea cierto".

    Las vivencias desagradables olvidadas y luego evocadas, tal vez con la ayuda de terapias, son aún objeto de debate para los expertos. Lo mismo que sí se cree posible enterrar en el olvido las experiencias traumáticas -que podrían reemerger con el estímulo adecuado, muchos opinan también que se puede crear artificialmente un recuerdo. Y ambos fenómenos tendrían que ver, en última instancia, con uno de los aún pocos aspectos en que la investigación psicológica y biológica se dan la mano: la relación entre el uso de un recuerdo y su fortaleza.

    El argumento va así: si la grabación del recuerdo significa crear una determinada conexión neuronal, una sinapsis, su evocación frecuente acaba por reforzar dicho contacto. En el laboratorio, esto se traduce en que las neuronas de ratas que ejercitan lo aprendido tienen características distintas de las que no lo hacen; en el diván de un psicólogo, en que hablar a menudo de una experiencia, vivida o no, fortalece su recuerdo -cómo un recuerdo falso aparece por primera vez es otra cuestión-. Según Sandi, también hay evidencias de que si durante la evocación de un recuerdo se administran amnésicos, el recuerdo se contamina, de forma que cuando éste se evoque de nuevo, se recordará peor o distorsionado.

    En todo caso, la relación entre experiencia -o número de veces que se usa un recuerdo- y memoria conduce a otra de las pistas conocidas hoy para estimular la máquina de recordar: el ejercicio. Ejercicio mental. Porque la buena memoria también se obtiene sudando disciplinadamente la neurona. Puede que no sea un método tan preciso como el de esa hipotética pastilla -siempre habrá neuronas musculosas y ejercitadas que se queden en blanco en el examen-, pero es mejor que nada. Y lo mejor es que ese ejercicio no sólo redundará en buenas notas, sino probablemente en una mayor resistencia a enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer, García de Yébenes es categórico: "Es más fácil detectar una demencia senil en personas con alto nivel cultural, pero se da con menos frecuencia. La educación tiene un carácter protector".

    Las demencias seniles afectan a una de cada 10 personas de más de 65 años y a cuatro de cada 10 mayores de 85. La pérdida de memoria benigna -no asociada a demencia- es mucho más frecuente, pero también mucho menos alarmante. Y el tópico de que muy pronto empiezan a perderse neuronas -y por tanto, memoria- es simplemente falso: "En un experimento de hace 20 años se vio que a partir de los 40 había una pérdida neuronal importante. Pero esto fue, como digo, hace 20 años, y desde entonces se ha demostrado que ese experimento tenía un grave error metodológico", dice García de Yébenes. "Hoy se sabe que la pérdida de neuronas no es un problema para las personas sanas hasta por lo menos la edad de la jubilación, y que además la experiencia la compensa con creces". De la misma forma, los despistes cotidianos no son ramalazos tempranos de alzheimer, sino inofensivos fallos de interés o de atención. ¿Cómo distinguirlos de síntomas más preocupantes? "Básicamente, hay que pensar en ir al neurólogo si uno siente que antes podía hacer cosas que ahora ya no".

    Los investigadores están poniendo al menos tanto empeño en curar el alzheimer como en entender los mecanismos de la memoria. Los avances en el primer objetivo han producido, entre otras cosas, una vacuna preventiva en fase de ensayos; tal vez los progresos en el segundo redunden algún día en ese manual de instrucciones para todo dueño de cerebro -útil para los maestros en el cole, para los opositores... ¿Explicará ese libro la conexión precisa entre un olor y la propia infancia? "Hay dos aproximaciones ante esto: quienes dicen que somos inabordables porque se trata de un sistema que se estudia a sí mismo, y quienes piensan que hoy no podemos estudiar todo, pero que mejoramos continuamente. Yo soy de los segundos", dice Alberto Ferrús. "Muchos problemas antes parecían mágicos y ahora se descubre que subyacen mecanismos sencillos".
    Extracto de la página UCLM.es

miércoles, 9 de noviembre de 2011

JUEGOS Y TRUCOS DE MEMORIA INOLVIDABLES

She & Him - The Christmas Waltz by MergeRecords

1. PILOTO AUTOMÁTICO. 
Lea estas palabras despacio, una sola vez: 
caramelo, fruta, pera, chicle, sandía, galleta, postre, azúcar, fresa, natilla, sorbete, higo.
Ahora éstas: fresa, silla, dulce, pera, plato.
¿Qué palabras de la segunda lista NO estaban entre las primeras?
Es habitual creer erróneamente que dulce formaba parte del primer conjunto de objetos -todos ellos de sabor dulce.
La razón es que el piloto automático de la memoria almacena generalidades y sacrifica los detalles secundarios.

2. SÓLO LO IMPORTANTE. 
Se muestran 16 monedas de 1 €. En todas se ve el perfil del rey, pero sólo una es correcta. Todas las demás tienen al menos un error. ¿Cuál de las 16 monedas es la verdadera moneda de 1 €?
El error que se produce al identificarla es producto de una virtud: en múltiples tareas cotidianas, la memoria no se detiene en anécdotas y se concentra sólo en lo más relevante. Para distinguir una moneda de 1 € basta fijarse en algunas características, por lo que las demás se recuerdan de forma vaga. Esta memoria imperfecta permite en realidad un funcionamiento más eficaz; a ella pueden atribuirse los pequeños olvidos diarios del tipo ¿dónde dejé las llaves?, poco importantes desde el punto de vista médico (al menos en ausencia de otros indicios).

3. EL PODER DE LAS EMOCIONES. 
Responda a las siguientes preguntas:
  1. ¿En qué circunstancias se enteró del intento de golpe de Estado de Tejero?
  2. ¿Qué ropa llevaba puesta y que almorzó el martes pasado?
  3. ¿Cómo conoció a su actual pareja?
  4. ¿Recuerda sus tres últimas visitas al médico?
  5. ¿Qué estaba haciendo cuando supo que el general Franco había muerto?
  6. Si ha tenido algún accidente automovilístico, ¿qué recuerda de él?
  7. Si tiene un hermano/a menor, ¿recuerda cómo supo si el bebé era niño o niña?
  8. ¿Recuerda cómo celebró su cumpleaños en 1998?
  9. ¿Recuerda íntegramente la letra del himno nacional de España? Si no del todo, ¿qué parte recuerda más: del principio o del final?
  10. ¿Recuerda la llegada del hombre a la Luna? ¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo se llamaba la nave con que se logró la hazaña? ¿Cómo se llamaba el primer astronauta que bajó de ella? ¿Y el segundo?

    La mayoría de las personas tienen una memoria casi fotográfica para eventos como el 1, 5, 6 y 10, mientras que otros como el 2, 4, 9 e incluso el 8 tienden a ser olvidados con mucha más facilidad. Un efecto intermedio se obtiene con 3 y 7 y a veces 8. ¿La razón? La memoria no procesa igual todos los estímulos, sino que prefiere aquellos que son únicos o con una especial carga emotiva.

4. RECUERDOS INVOLUNTARIOS. 
Sugiera palabras que empiecen por las siguientes sílabas:
la------    dul----
fre----     gol-----
pla-----    sor----
¿Ha escrito dulce, fresa, plato o sorbete? En caso afirmativo, la culpa es del fenómeno llamado priming. Las palabras del primer juego se engancharon a la memoria espontáneamente y resurgieron con el estímulo adecuado. La memoria goza de una vida casi propia: lo mismo olvida que recuerda cosas involuntariamente.

5. ZONA BORROSA. 
En una ilustración aparecen: un perro, un balón de fútbol, una rana, una bombilla, una guitarra, una llave, un coche, un teléfono, una flor, un zapato, un cochecito de niño, un televisor y una botella.
Trate de memorizar esos objetos de izquierda a derecha, una vez. Aparte la vista y diga cuáles recuerda. Probablemente, los objetos que peor se recuerdan son los colocados en medio. Los del final suelen recordarse mejor porque la memoria a corto plazo, o de trabajo, tiene poco espacio y necesita dejar sitio a la información nueva -los últimos objetos en guardarse no han sido machacados por datos posteriores- Pero también los primeros objetos tienden a grabarse mejor, porque es habitual prestar más atención al comenzar una nueva tarea.